Tras obtener el graduado de adivino CCCC puedo asegurar y aseguro:
En los próximos meses nos van a decir que no hay dinero para nada, nadita, nada; que le culpa del paro sigue siendo de los trabajadores y que te conformes con el curro que tienes o te vas a la calle –por lo que el currela de turno tragará paladas de mierda con tal de seguir pagando el crédito de la casa, del coche, de la tele y del viaje a Cancún que tan amablemente le concedió Paco o Marichús, del banco de la toda la vida–. Y currelas somos tú y yo, licenciados de postín (y máster, natürlich) con 30 añazos que acabamos agachando la cabeza cuando el señortio-jefe te pide que te quedes 2h más al terminar tu jornada ―«y alégrate por tener trabajo, no te quejes chato».
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